domingo, 16 de mayo de 2010

El deleite olvidado de lo corpóreo I

Tocar una imagen, hacerla transportable físicamente después de que ésta era una simple codificación numérica, un bit, una señal eléctrica vista a través de una pantalla se hace una experiencia interesante. Imprimir fotos que antes eran sólo archivos digitales es en definitiva una manera más orgánica, más cálida, más íntima de ver un trabajo, de recordar un momento. La manipulación física de una fotografía es la posesión de un tiempo análogo, compacto, es un bien de consumo transportable para compartir de manera íntima y cercana con nuestros allegados. Es la afirmación corpórea de lo que vivimos, de lo que experimentamos. En el mundo digital la impresión de una foto en papel es el más allá de una descifración binaria, es la conclusión de un dilema ontológico, ¿es la huella de un referente lo que vemos en las imágenes digitales o una interpretación en números?